Para el hombre jugar es una buena manera de no olvidar su identidad. Una actividad placentera a lo largo de su vida
Hablando del juego o de ese gusanillo que en ocasiones nos recorre el cuerpo.
Desde hace años, los profesionales y las instituciones dedicadas al juego y al juguete defienden que jugar es una actividad fundamental para el desarrollo de la infancia.
Diariamente gran número de educadores y padres sensibilizados – de los que afortunadamente cada vez encontramos más – aportan su grano de arena, para que el juego sea reconocido como uno de los factores que contribuyen positivamente en el desarrollo biopsico- social de la persona.
Los métodos utilizados son muchos. Desde su aplicación como herramienta para enseñar materias o favorecer la recuperación de ciertas deficiencias, hasta la celebración de seminarios entre padres, profesores, pedagogos y sicólogos en los que el análisis del juego y sus beneficios son los protagonistas.
Cuando nos hacemos adultos, entendemos el juego infantil como una actividad natural de esta etapa sin tener que justificarla, pero cuando crecemos necesitamos encontrar algún tipo de “beneficio productivo” para jugar o para dejar que los demás jueguen. Pero… ¿Podríamos jugar sólo por el placer de jugar, de disfrutar de un modo libre, voluntario, placentero y gratuito?
Hay sensaciones que el juego aporta y que la persona desea mantener. Pero a medida que crece, cada vez son menos las oportunidades que tiene de poder experimentarlas. Por otro lado, no debemos olvidar que nuestra sociedad productiva no nos permite “andar jugando”.
Jugar es para el hombre una buena manera de no olvidar su identidad. Al volver a jugar, recuperamos funciones que la seriedad y las responsabilidades de la edad nos han robado.
Retomar el concepto de juego como un acto voluntario, placentero, gratuito y aplicable a todas las edades, es una labor que únicamente necesita tiempo y la dedicación de todos los profesionales e instituciones del juego , que afortunadamente no se resignan a creer que jugar sea sólo cosa de niños.
Vía: ludomecum