Robots y autómatas, última tecnología

Quién: Hasbro. Qué: mascota interactiva. Dónde: Japón. Cuándo: Navidad de 2005. La palabra robot, de origen checo, significa esclavo. El escritor Karen Capek la inventó para su obra teatral R.U.R., estrenada en 1920, aunque el concepto de máquina automatizada se remonta a la Antigüedad: un ingeniero llamado Amenhotep construyó una estatua a su rey Memon de Etiopía (1500 a. C.) que emitía algunos sonidos cuando le llegaban los rayos del sol. El chino King-su Tse inventó una urraca voladora de madera y bambú en 500 a. C. (un artilugio capaz de mover las alas accionadas por medio de un mecanismo). Casi 100 años después, Herón de Alejandría escribió un tratado para la fabricación de androides llamado Autómata.

Uno de los autómatas más conocidos de la Edad Media fue el gallo de Estrasburgo que, conservado en la actualidad, formaba parte del reloj de su catedral. Y hasta Leonardo da Vinci se atrevió con los robots. Su león mecánico, regalo para Luis XII de Francia, poseía un mecanismo por el que el animal abría su pecho para mostrar el escudo de armas del rey. En España, Juanelo Turriano regaló al emperador Carlos V el llamado hombre de palo, un autómata con forma de monje que andaba y movía cabeza, ojos y brazos a la vez. Una verdadera delicia para la corte…

Pero «la pieza mecánica más maravillosa jamás construida» fue, en palabras de sir David Brewster, el pato de Jacques de Vaucanson (siglo XVIII). Era capaz de alargar el cuello, aspirar granos, digerirlos por disolución, e, incluso, ¡defecarlos!

En 1954 se puso a la venta el primer robot diseñado para niños. Se llamaba Robert y estaba inspirado en la película Tobor el fantástico. Actualmente, el robot más conocido se llama Aibo, de Sony, un pequeño androide del siglo XXI con forma de perro que oye, anda por sí mismo, ve y responde a ciertos estímulos como si fuera un animal de compañía de carne y hueso.

La fiebre por las nuevas mascotas interactivas se extenderá, a buen seguro, esta Navidad gracias al e-Dog, un pequeño aparato electrónico con forma de perro capaz de mostrar distintos estados de ánimo dependiendo de la música o el tono de voz que escuche. Las sensaciones se transmiten mediante los puntos luminosos de su cara y los movimientos de todo su cuerpo. Así que, si quieres que disfrute de verdad, ponle un poco de punk.

vía: sawebsos

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